miércoles, 9 de abril de 2008

¡a por ella!

Debajo de un semáforo le cayó la maldición, "¡nunca jamás un mechero encenderás!".
Helado comprende que sólo él había escuchado la frase, su mano buscaba en su bolsillo, quieto, la gente cruza el semáforo, el manosea el mechero.
Nervioso la sonrisa apenas se dibuja en sus labios, si, está solo y maldito. Comienza a andar deprisa mientras juega con el mechero en la mano y lo arroja a la primera papelera que encuentra.
Otra maldición que soportar, pensaba mientras se perdía entre la muchedumbre.

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