lunes, 24 de marzo de 2008

En el nombre del arte, y de la fama, y de la gloria...

El hecho, un hombre ata a un perro con una cuerda y espera a que el perro muera de hambre y de sed.

Las circustancias, el hombre es de profesión artista, el perro es callejero, el espacio una galería de arte.

El artista, que analiza la sociedad en la que vive se considera a sí mismo exento de las obligaciones éticas comunes a su sociedad, porque está encaramado en la atalaya de la verdad, desde la que puede disparar metafóricamente (o literalmente en este caso) sobre la sociedad.

El perro, vagabundo, condenado a morir de antemano argumenta el artista, (también lo estoy yo y él creo). No tiene opciones de clemencia, ni de su captor, ni del público que contempla la "obra" en la galería.

La justificación del artista:
"The purpose of the work was not to cause any type of infliction on the poor, innocent creature, but rather to illustrate a point. In my home city of San Jose, Costa Rica, tens of thousands of stray dogs starve and die of illness each year in the streets and no one pays them a second thought."
Ahora nadie piensa en los perros callejeros con su obra, él ha conseguido que pensemos en él. En su nombre y convertirse en el centro aunque sea de las críticas pero en el centro de atención. Después de una vida de artista reclamando atención la consigue a sus 50 años, el medio, da igual, el artista debe ser famoso y exitoso, arriesgado e inmune a todo. La obra da igual. Importa el nombre, el premio, la alabanza, el prestigio.

Ninguna verdad trasluce este acto.


El resultado: medio millón de entradas en google y su momento de gloria

"Resultados 1 - 10 de aproximadamente 504.000 de G H V (0,03 segundos)"


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